Seguramente
ningún otro estilo musical ha sufrido a lo largo de muchos años,
una discriminación tan injusta como ignorante como la Música Country.
Como amante de lo que considero buena música, durante años me
he dedicado a escuchar no sólo Música Country, sino también
Blues, Jazz y Rock. Así, todo con mayúscula, porque son géneros
que amo y que escucho con atención y respeto. Sin embargo, sólo
el estilo Country –que coincidentalmente es mi favorito- ha sido víctima
de todo tipo de acusaciones de gente que jamás en su vida ha dedicado
un mínimo de tiempo para intentar apreciar y entender este estilo musical.
Una de las tantas apreciaciones que he escuchado es que es una música
yanki –dicho esto de la manera más despectiva posible- y esto la
acredita a ser despreciada inmediatamente. Craso error ya que si bien la Música
Country es quizás el estilo musical que más identificamos con
Estados Unidos, es realmente la menos “yanki” ya que sus raíces
están en la música celta y baladas inglesas traídas a América
por los colonizadores, sazonada con música mejicana, española,
africana, italiana y francesa, o sea que es, lisa y llanamente, una ensalada
internacional.
El problema de aquellos que desprecian a la Música Country por ser “yanki”
radica en el gran error que cometen de mezclar política con música.
El hecho de que yo escuche a Johnny Cash o a Dwight Yoakam a todo volumen en
mi casa, no me convierte en lo absoluto en un vasallo de Bush Jr. ni un partidario
de su política exterior. El hecho de que la música de estos artistas
sea difundida por estos lares, no significa, a mi entender, ninguna pérdida
de identidad nacional ni nos convierte en víctimas de la tan temida globalización,
sino que nos permite un intercambio cultural más fluido que significará,
a la larga, una mayor comprensión entre las naciones del mundo.
El tema de la identidad nacional es otra arista interesante de este asunto musical:
¿escuchar tango y folklore todo el día nos hace más patriotas?
¿Bailar un pericón o un chamamé en las discotecas nos transformaría
automáticamente en mejores latinoamericanos? ¿Deberíamos
andar por nuestras calles y avenidas con sombrero y bombachas de gaucho en lugar
de blue jeans, para ser entonces buenos ciudadanos? Sinceramente, lo dudo mucho…Hay
quienes han planteado incluso que si queremos escuchar Música Country,
hagamos pues un Country en español. Quien haya estudiado un idioma alguna
vez, se dará cuenta de que existen diversos sonidos, ritmos y tiempos
propios de cada idioma y que son difíciles o imposibles de transmitir
de una lengua a otra. Se podrá traducir un texto para que otro que no
habla esa lengua lo entienda, pero es absolutamente distinto leer a Edgar Allan
Poe en inglés y en español o a José Hernández en
dichas lenguas. Eso ocurre con las canciones en inglés traducidas al
español: suenan absolutamente horrendas, pero lo mismo ocurre viceversa.
¿Han intentado alguna vez traducir o interpretar tango en inglés?
Es algo aterrador. Por esa misma razón, nadie en el mundo ha salido a
inventar Jazz Venezolano, o Tango Australiano o Flamenco Escocés. Donde
sea que uno vaya, el Rock es Rock, el Jazz es Jazz y el Country es Country.
Otra típica acusación es que la Música Country es un estilo
racista: la explicación surge del hecho de que hay pocos artistas country
de raza negra y esto es muy cierto aunque ha habido grandes excepciones –Charley
Pride, Ray Charles, Big Al Downing, Stoney Edwards, etc-, pero creo que la razón
radica en que todo grupo racial se identifica con aspectos cercanos a sus raíces.
Es así que en Estados Unidos, la comunidad negra –o afroamericana-
se vuelca más al Blues y al Jazz, estilos que contienen raíces
netamente africanas y esta tradición es la que dicha comunidad ha valorado
y mantenido durante décadas. En Uruguay, la comunidad negra se vuelca
al candombe, también un estilo musical de fuertes raíces africanas.
Esto nos lleva entonces a descubrir que no hay muchos intérpretes de
tango o folklore de raza negra. ¿Convierte esto entonces, a nuestro tango
o al folklore en estilos musicales racistas?
Otra crítica viene de aquellos que consideran a la Música Country
un estilo musicalmente inferior. Por supuesto que hay excelentes y muy malos
temas country, pero lo mismo sucede en cualquier otro género musical.
Seguramente dicha crítica proviene de aquellos que nunca se han sentado
a apreciar a músicos de la talla de Chet Atkins, Ricky Skaggs, James
Burton, Les Paul y centenares de maestros más que han desarrollado técnicas
musicales puestas en práctica luego por músicos de Rock y Jazz.
Seguramente tampoco se hayan sentado a analizar las magistrales composiciones
de gente como Kris Kristofferson, Tom T. Hall, Mickey Newbury, Woody Guthrie,
Hank Williams y tantos otros que han logrado poner en unas pocas líneas
el sentimiento y la pasión que muchos escritores no logran a lo largo
de toda su cosecha. Y por supuesto, esos mismos detractores ignoran que músicos
como Bill Monroe o Bob Wills inventaron dos estilos musicales –Bluegrass
y Western Swing, respectivamente- y están culturalmente a la altura de
otros genios como Glen Miller o Louis Armstrong.
Todos tenemos, por supuesto, derecho a que nos guste lo que sea, pero creo entonces
que por lo menos deberían aquellos que intentan hablar de música,
acercarse al vasto y rico mundo que la Música Country ofrece, antes de
tan tajantemente ejecutarla luego de injustos juicios.
Raúl J. Tejeiro